sábado, 28 de febrero de 2009

viernes, 27 de febrero de 2009

A una amiga con el corazón roto


Yves Montand en l'Olimpie, Les feuilles mortes

Esta canción es entre nosotros, Celia.

miércoles, 25 de febrero de 2009

Sobre el fin del mundo, la supervivencia y esas cosas

Mi buen amigo Jordi y yo somos personas intelectualmente muy inquietas, pero esto ya lo sabéis. Nos encanta el cine histórico y aprender cosas nuevas sobre nuestros antepasados (por ejemplo, gracias a Alien vs. Predator descubrimos que el origen de las pirámides egipcias, aztecas y camboyanas es el mismo: centros de juego de extraterrestres guerreros). Nos gustan mucho los documentales de naturaleza como Parque Jurásico III o caminar por Igualada inmersos en fascinantes conversaciones de trascendencia épica como alguna que ya se ha referido aquí. Hay personas que injustamente nos llama imbéciles por preocuparnos por estas cosas, pero nosotros preferimos decir que somos como Kafka, incomprendidos y adelantados a nuestro tiempo.

Y uno de los temas de los que más nos gusta hablar, dejando a parte

1.el sexo,
2. el sexo con personas conocidas
3. el sexo con personas desconocidas

es el fin del mundo y el apocalipsis.


Más concretamente sobre nuestro papel cuando llegue ese día.

Me explicó. Considerad esta posibilidad. Primer día de las vacaciones (estas cosas nunca pasan cuando hay que trabajar). Te despiertas feliz y descansado, haces el amor con esa muchacha de la que estás enamorado y que duerme al lado o contigo mismo con la compañía de un bote de crema de manos, desayunas contento, hace un buen día, enciendes la radio y te enteras que a nivel mundial ha ocurrido

1. Guerra termonuclear.
2. Virus infeccioso que arrasa al 99% de la población humana.
3. Despertar zombie.
4. Invasión extraterrestre.
5. Rebelión de los insectos.
6. Ataque de lechugas mutadas.
7. Meteorito.
8. otros.

En cualquier caso la humanidad y la civilización tal como las conocemos están condenadas a su desaparición. Pues en estos casos Jordi y yo nos planteamos cuál sería nuestro papel en estas crisis. Aun no lo tenemos claro, pero hay algunos puntos a los que hemos llegado a un consenso.

a. Morimos fijo. Ni él ni yo tenemos ni madera ni pintas de héroe. Como mucho podemos aspirar a graciosos con frase en una superproducción; contamos un chiste y nos comen las ratas.

b. Si no morimos, nos colapsamos y acabamos refugiándonos en la locura. Esta posibilidad no la vemos mucho porque nos cuesta imaginarnos con los pantalones bajados, greñudos y sucios con una cruz de madera y un catálogo de Ikea recitando la Biblia. Tenemos demasiado estilo para eso.

c. Ni morimos ni nos volvemos locos. ¿Qué hacemos? ¿Salvar nosotros la humanidad? Seamos sinceros, somos las típicas personas que se encerrarían en casa diciendo "esto ya lo solucionará otro".

d. Supervivencia. A ver, ninguno de los dos conduce. Ni sabemos utilizar un arma. Ni encender un fuego con dos piedra. Ni cazar. Al menos yo puedo despellejar un animal...

e. Entre nosotros dos, ¿cuál sobreviviría? Lo siento Jordi, eso de tener pareja juega en contra tuyo. Inevitablemente habría un momento que hablarías de despedida y darle un recuerdo tuyo por si te pasara algo y pringas fijo. Aunque yo como soltero no tengo nada por lo que vivir ni luchar, ni pareja, ni hijos, ni la solución al problema. Tendría que conocer a alguien a lo largo de la historia para dar un punto de esperanza al futuro de la humanidad. Aunque, claro, al tener una sola abdominal trabajada en cerveza acabaría con esa muchacha abrazados, diciéndonos lo mucho que nos queremos, maldiciendo el habernos conocido tarde y en estas circunstancias mientras somos pasto de la lava volcánica (Eh, si parece la historia de mi vida quitando la lava). Pros y contras para ambos...

f. Sea como sea, es imposible que nos identifiquemos con héroes como Clive Owen, Hugh Jackman, Harrison Ford, Charlton Heston, etc. Héroes de acción, tipos duros de verdad con recursos para todo. Nosotros sólo podemos aspirar a ser como Shaun y Ed, los protagonistas de Zombies party (Shaun of the dead, Edgar Wright, 2004), una de las obras maestras de este siglo en el mundo de las artes y toda una oda y una loa al personaje secundario, al fracasado, al imbécil con soluciones imbéciles para salvar su pellejo.


martes, 24 de febrero de 2009

Fotógrafos - Gervasio Sánchez

Hoy dejadme que me ponga serio. Con vosotros Gervasio Sánchez, fotoperiodista. Y un discurso que pronunció al recibir el premio Ortega y Gasset de fotografía en mayo de 2008. En el acto estaban presentes la Vicepresidenta del Gobierno, varias ministras y ministros, exministros del Partido Popular, la Presidenta de la Comunidad de Madrid, el Alcalde de Madrid, el Presidente del Senado y centenares de personas.

Soy consciente que ha pasado tiempo, que es un tema que ya se ha hablado en blogs, pero siempre puede haber alguien que no lo conozca y siempre conviene no olvidar un tema como el que trata el discurso. Leedlo atentamente y entenderéis también por qué no se ha dado difusión a las palabras de uno de los mayores y mejores fotógrafos que ha tenido, y tiene, este país y que ha sido los ojos y el testimonio de las víctimas de guerras en Sierra Leona, América Latina o Bosnia.

DISCURSO

"Estimados miembros del jurado, señoras y señores:

Es para mí un gran honor recibir el Premio Ortega y Gasset de Fotografía convocado por El País, diario donde publiqué mis fotos iniciáticas de América Latina en la década de los ochenta y mis mejores trabajos realizados en diferentes conflictos del mundo durante la década de los noventa, muy especialmente las fotografías que tomé durante el cerco de Sarajevo. ….

Quiero dar las gracias a los responsables de Heraldo de Aragón, del Magazine de La Vanguardia y la Cadena Ser por respetar siempre mi trabajo como periodista y permitir que los protagonistas de mis historias, tantas veces seres humanos extraviados en los desaguaderos de la historia, tengan un espacio donde llorar y gritar.

No quiero olvidar a las organizaciones humanitarias Intermon Oxfam, Manos Unidas y Médicos Sin Fronteras, la compañía DKV SEGUROS y a mi editor Leopoldo Blume por apoyarme sin fisuras en los últimos doce años y permitir que el proyecto Vidas Minadas al que pertenece la fotografía premiada tenga vida propia y un largo recorrido que puede durar décadas.

Señoras y señores, aunque sólo tengo un hijo natural, Diego Sánchez, puedo decir que como Martín Luther King, el gran soñador afroamericano asesinado hace 40 años, también tengo otros cuatro hijos víctimas de las minas antipersonas: la mozambiqueña Sofia Elface Fumo, a la que ustedes han conocido junto a su hija Alia en la imagen premiada, que concentra todo el dolor de las víctimas, pero también la belleza de la vida y, sobre todo, la incansable lucha por la supervivencia y la dignidad de las víctimas, el camboyano Sokheurm Man, el bosnio Adis Smajic y la pequeña colombiana Mónica Paola Ojeda, que se quedó ciega tras ser víctima de una explosión a los ocho años.

Sí, son mis cuatro hijos adoptivos a los que he visto al borde de la muerte, he visto llorar, gritar de dolor, crecer, enamorarse, tener hijos, llegar a la universidad. Les aseguro que no hay nada más bello en el mundo que ver a una víctima de la guerra perseguir la felicidad.

Es verdad que la guerra funde nuestras mentes y nos roba los sueños, como se dice en la película Cuentos de la luna pálida de Kenji Mizoguchi.

Es verdad que las armas que circulan por los campos de batalla suelen fabricarse en países desarrollados como el nuestro, que fue un gran exportador de minas en el pasado y que hoy dedica muy poco esfuerzo a la ayuda a las víctimas de la minas y al desminado.

Es verdad que todos los gobiernos españoles desde el inicio de la transición encabezados por los presidentes Adolfo Suarez, Leopoldo Calvo Sotelo, Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero permitieron y permiten las ventas de armas españolas a países con conflictos internos o guerras abiertas.

Es verdad que en la anterior legislatura se ha duplicado la venta de armas españolas al mismo tiempo que el presidente incidía en su mensaje contra la guerra y que hoy fabriquemos cuatro tipos distintos de bombas de racimo cuyo comportamiento en el terreno es similar al de las minas antipersonas.

Es verdad que me siento escandalizado cada vez que me topo con armas españolas en los olvidados campos de batalla del tercer mundo y que me avergüenzo de mis representantes políticos.

Pero como Martin Luther King me quiero negar a creer que el banco de la justicia está en quiebra, y como él, yo también tengo un sueño: que, por fin, un presidente de un gobierno español tenga las agallas suficientes para poner fin al silencioso mercadeo de armas que convierte a nuestro país, nos guste o no, en un exportador de la muerte.

Muchas gracias."

Fotografía ganadora

domingo, 22 de febrero de 2009

Esta semana que se acaba he tenido cinco días libres. Se me debían dos días de vacaciones del año pasado y como trabajé algunos festivos pues me han dado dos días más. En total hacen cuatro que si los pegamos al domingo hacen cinco. La primera intención fue irme unos días fuera pero se impuso la cruda realidad del siempre sucio tema del dinero y en un acto inusitado de responsabilidad me he quedado en Igualada haciendo algo que he hecho muy pocas veces cuando estaba de vacaciones: descansar.

Así que han sido unos días donde he hecho muchas cosas con la sensación de hacer pocas. Solo lo que me apetece. Y con la calma. Que nos engañan diciendo que cada minuto hay que aprovecharlo y exprimirlo cuando los días de vacaciones son para no tener la presión de vivir cada minuto y dejar que se deslicen indolentes mientras se lee un libro acompañado de una cerveza. Aquí una lista de lo que he hecho estos días que me han devuelto energía y ganas de comerme el mundo.

1. Dormir hasta razonablemente tarde sin sentirme culpable.

2. Cenar en casa de unos buenos amigos una deliciosa lasaña y buena conversación.

3. Meterme a leer Apocalipsis de Stephen King con sus mil quinientas páginas. Mira que cuando quiere Stephen King puede llegar a ser muy bueno.

4. Escuchar a Aretha Franklin.



5. Comer con una buena amiga. Y cenar con esta buena amiga un par de días después.

6. Apuntar algunas buenas ideas para mi testamento.

7. Ver Ojos negros de Nikita Mikhalkov con un insuperable Marcello Mastroiani. Me divierte y me emociona esta sencilla película basada en algunos relatos del maestro Chéjov. Y es que realmente al final de nuestra vida nos quedan muy pocas cosas porque gran parte las perdemos por cobardía. Una canción, un paisaje, unos ojos.



8. Escribir. Poco, de acuerdo, pero ya es más de lo que he hecho últimamente.

9. Pasear por mi ciudad.

10. Ver los escaparates de las agencias de viajes. Posibles destinos: volver a La Habana, Argentina, Cabo Verde, Finlandia, Puerto Rico, México, París, Londres, etc. Ir a conocer la meseta, el norte, Andalucía, y Catalunya, que soy de aquí y poco la conozco.

11. Echar de menos.

12. Estar muy satisfecho por como han ido estos días. Además, he escuchado la que es desde ya la frase del año. Una amiga hablando de ella misma después de una larga cena donde solo hablamos de sexo.

Es que lo piensas bien y... joer... que piensas, qué guarra soy, ¿no?

Y, seamos sinceros, ¿quién no puede adorar a una criatura así?

viernes, 20 de febrero de 2009

Crónica de una obra VIII

Resumen de lo publicado: Llegamos al pueblo roñoso de Falac después de increíbles aventuras como discutir si desayunábamos o no. Allí nos encontramos con la dama Merenwen, una bella representante del pueblo de los elfos que nos ofreció la salvación eterna a cambio de nuestros bienes terrenales. Tras un rato aguantando la dama Merenwen, Ciocco se fue al mercado a comprar armas y provisiones dejándonos dos horas libres para hacer turismo. Solo nos prohibió entrar en la taberna El cerdo retozón, un lugar de mala muerte y propenso a conflictos violentos. El grupo de héroes elegido nos moríamos de hambre.

- Bueno, ¿qué hacemos? - dijo el yesero - pero hagamos lo que hagamos que sea rápido que me estoy meando.
- Joder, pues anda que no es grande el mercado y la calle - dijo el paleta -. Te arrimas a un árbol y ya está.
Como un niño chico.
- Es que nunca he podido hacerlo en la calle. Ni siquiera cuando estoy con los colegas en un concierto.
- Yo que sé... si quieres te tapamos - dijo el electricista.
- Tú no te acerca a mí ni de coña.
- ¿Por qué?
- ¿Y si vamos a la taberna? Allí tendrán lavabo - dije.
- Y cerveza.
- Y un bocadillo de lomo con queso.
- Y una copita de Soberano.
- Pues vamos.
- Joder que me meo...

Y fuimos a la taberna. Según me enteré después, El cerdo retozón era el edificio más antiguo de Falac junto con el burdel y la taberna/burdel. A partir de estas tres edificaciones rivales se construyó el resto del pueblo cascada y lago incluido. La taberna la había regentado desde los tiempos inmemoriales en que se abrió por primera vez la misma familia de enanos. Aunque la primera intención de la taberna era un salón de té, pronto las terribles y sangrientas riñas entre las abuelas hicieron que la familia enanil decidiera dejarse de pretensiones y abrir una taberna sucia de las de toda la vida. Con el paso del tiempo se había convertido en uno de los lugares más peligroso, duro, sucio, violento, sangriento y desagradable de toda Aqualata. Y de aquí venía su exito, claro.

Abrimos la puerta. Al instante nos tuvimos que apartar porque una cabeza humana seguida por un cuerpo pasó volando por nuestro lado y fue a estrellarse contra las gordas posadera de una ogra.
- Y como vuelvas a pedir las cosas sin decir por favor te arrancaré los testículos y te los haré tragar por el culo hasta que los vomites, desgraciado. Y vuelva pronto.
Quien dijo esto era Bryana, la enana jefe. Una mujer bajita, barbuda y peluda con...
Unas tetas.
- Jordi...
Es que la enana tiene unas tetas...
- Y que lo digas - dijo el paleta -. Me recuerda a mi madre.
- Paso, paso que me empiezan a llegar gotitas a los tobillos - y el yesero pasó corriendo por delante de nosotros. Se acercó a la barra y a gritos pidió dónde estaba el lavabo.
- Allí - dijo Bryana señalando un orinal en el suelo que rebosaba orines entre una multitud de borrachos que hacían puntería.
- Gracias...
Y se perdió entre tanto borracho meando.

La taberna podría ser un lugar agradable si no fuera por la cantidad de borrachos, cadáveres en diferentes grados de descomposición y continuas pelas. Era una construcción circular donde abundaban las mesas. Una enorme chimenea, ahora apagada, servía de centro de reunión de viajeros y trovadores. Una barra circular dominaba el centro de la posada y allí las aguerridas camareras enanas servían jarras de cerveza a un ritmo incesante. El cerdo retozón era un pequeño microcosmos de todas las razas de Aqualata, un lugar de "paz" donde todo aquel que tuviera dinero era bienvenido.

Allí hay una mesa.
- Pues vamos.
Lo único es que me parece que hay un muerto encima.
- Pues se aparta y ya está - dijo el paleta. Y dicho y hecho. Pegó una patada al cadáver y lo tiró al suelo. Había muerto porque alguien le había introducido una mano por los orificios de la nariz.
- Un lugar interesante - dije. Me senté y me encendí un cigarrillo. Delante de mí una bella barbara se apostaba con una amiga cual de ellas podía eructar más fuerte -. ¿Y el mimo?
Oh no.
- ¿Qué?
Está allí.
El mimo estaba trabajando. Haciendo mímica, vamos. O algo parecido. Solo que se había puesto a imitar a un pequeño grupo de unos ocho minotauros algo malhumorados que estaban despedazando con sus propias manos un ciervo vivo.
- ¿Y el electricista?
Mejor que no lo sepas.
- ¿Qué está haciendo?
De verdad, mejor que no lo sepas. Es tan patético...
- Deberíamos hacer algo - dije mirando al paleta.
Éste ya estaba sentado a la mesa, con el palillo bailándole de un lado a otro de la boca. Me miró muy serio.
- Sí, pero antes desayunamos. Ve a buscarme una cerveza y una de esas patatas picantes. Anda, sé bueno que tú eres más joven.
Y me dirigí a la barra. Pasé al lado del electricista intentando no oírle hablar de la dama Merenwen ni que pese a que le llenaran la boca de mierda de cabra él continuaría hablando.
Puto fanático.
- Jordi.
¿Sip?
- No te resulta curioso lo poco curioso que nos resulta todo.
¿Qué quieres decir?
- Quiero decir, joder, mira a tu alrededor. Solo veo elfos, gnomos, trolls, ogros, minotauros y no me resulta raro.
No sé... a lo mejor es que éste es en realidad tu mundo.
Me puse delante de la enana.
- ¿Qué va a ser?
- Dos cervezas y dos de patatas picantes.
- ¿Tú vas con ese buen mozo? - me señaló al paleta.
- Sí.
- Dile que esta ronda va de mi parte.
- Gracias.
Me puso delante la bebida y la comida. La cogí como pude y me giré demasiado rápido.
Delante de mí había un minotauro.
Por extraño que parezca no lo había visto.
Tropecé con él.
Y las patatas y la cerveza chocaron contra un torso duro y peludo.
Upsi.
- Lo siento - dije.
El minotauro me miró fijamente.
- Estás muerto humano. Ya puedes estar limpiando esto.
- Sí, claro. Espera que coja una servilleta.
- Con la lengua - Su hocico se puso a la altura de mis ojos. - ¿Entendido?
- ¿No podemos arreglarlo hablando?
- ¿Qué coño pasa aquí? - dijo el yesero apareciendo a mi lado.
- Nada.
- Tu amigo me ha ensuciado. Y tiene que limpiarlo.
- ¿Y si no quiere?
- Que no pasa nada - dije.
- Lo mataré.
- Con mi colega no te metas - dio le yesero unos paso de baile que él creía que era de boxeo - soy cinturón verde de jujitsu y me he criado en las calles.
- Que no pasa nada -insistí -. Que hablando arreglamos esto.
- ¿Entendido? ¿Lo pillas, vaquita?
Se hizo el silencio en la taberna. Se levantaron siete minotauros más. Uno de ellos, el más bajito y que medía dos metros y medio, se acercó a nosotros llevando en la mano una maza de guerra salpicada de sangre. Detrás mío oí la voz de Bryanna.
- Al orgulloso pueblo de los minotauros no se le llama vaquita. Es el mayor insulto que pueden recibir. Estáis muertos.
- ¡Pero que has hecho! - dije.
- Tu tranqui. Somos cinco contra ochos. Podremos con ellos.
Este...
- Sí, Jordi.
Yo no contaría con el mimo.
- ¿Por qué?
Lo han encerrado en una jaula invisible y no encuentra la puerta. Y al electricista lo han colgado por los tobillos de los colmillos de un ogro.
- Y el paleta...
¿No lo oyes?
Sus sonoros ronquidos llegaron hasta mis oídos.
- Estamos solos.
- Mano a mano, colega. Tú y yo. Héroes - y el yesero empezó a aullar como un loco pidiendo acción y sangre.
Yo hice lo que hubiese hecho cualquiera en mi lugar.
Cerré los ojos y me preparé para recibir la primera hostia.

Representante de la orgullosa raza de los minotauros.
Y aunque no os lo creáis, no tenían ni pizca de sentido del humor.

CONTINUARÁ

jueves, 19 de febrero de 2009

Uno de los grandes placeres de esta vida

Conversación entre amigos
Fotografía de Alfonso Vázquez Medina

martes, 17 de febrero de 2009

Cinco preguntas

Desde las páginas de su blog, Sebastian nos invitaba hace unos días a una de esas cadenas que surgen de vez en cuando en este mundillo y que no sirven para nada más que para pasar un rato y tener algo de lo que escribir. Y como soy bastante dado a estas cosas, participé.

Esta cadena consiste en cinco preguntas que hace el anfitrión del blog a uno de sus lectores y que éste tiene que responder en su blog. Una vez contestadas las preguntas pide cuales de sus lectores quiere recibir cinco preguntas y se va enlanzando. Y la respuesta tiene que ser profunda, sincera y personal. Una tontá, pero es divertido.

Así que aquí van las preguntas que me lanza el amigo Sebastián.

1. Tenés que irte de la civilización para nunca volver y tenés que llevar dos libros, ¿qué llevas?

Bueno, interesante pregunta. Al vivir en Igualada, una pequeña ciudad de provincias, para algunos barceloneses ya vivo fuera de la civilización, pero no creo que Sebastián ser refiera a eso. Supongo que a algún rincón remoto y perdido de la mano de quien sea... Creo que en cualquier lugar podría encontrar algunos libros en una pequeña librería de quinta mano, en un baúl abandonado por un misionero, etc. Pero no creo que Sebastián se refiera a eso. Dos libros y nada más... Bueno... Creo que elegiría la Breve guía de lugares imaginarios de Alberto Manguel y Gianni Guadalupi porque proporciona infinitos recursos a la imaginación por la posibilidad que brinda de viajar a otros lugares. Y como segundo seguramente Los papeles póstumos del Club Pidwick porque es largo y es divertido. Si sólo puedo tener una novela, al menos que me haga reír.

2. ¿A qué época de la historia te gustaría viajar y vivir un tiempo?

Fácil. Lo tengo claro desde que era pequeño y precoz. A la idealizada Nueva Orleans de los años 20. Jazz, calor, muchachas hermosas, el barrio francés y mucho pecado.

Alineación al centro
3. ¿Cón qué personaje de una película pasarías la noche?

Fácil. Muy fácil. Con el personaje de Charlize Theron en Celebrity (Woody Allen, 1998). Los motivos los encontraréis en el vídeo.



¿Entendéis mi elección, no?

Sé que quizá tendría que haber sido algo más profundo, pero, la verdad, para qué engañarnos.

4. Si se descubre otro planeta habitable, ¿te vas al otro planeta o te quedás en la Tierra?

De momento me quedo en la Tierra. Si se acaba de descubrir otro planeta supongo que faltarían las infraestructuras básicas para mi supervivencia: bares, librerías y cines. No tengo muy arraigado el espíritu pionero. Con el tiempo iría de vacaciones

5. ¿A qué te recuerdan un enano travesti vestido de cabra cubierto de uvas y bebiendo dulce de leche?

Bueno, esta pregunta ya es muy personal. Pero prometí sinceridad ante todo así que aquí va... En la estructura narrativa de las novelas de Stephen King, los protagonistas de sus historias suelen enfrentarse a algún trauma infantil (abusos, palizas, provocar la muerte de un ser querido, etc.) que la aparición del monstruo/alienígena/payaso mutante/abuela encantadora/contable/zombies u otro bicho repugnante hace florecer. En el enfrentamiento con el monstruo exterior, el protagonista suele salir fortalecido porque se ha enfrentado al monstruo interior. Esto suele darle la clave para vencer al monstruo exterior. Es una estructura clásica la mar de resultona.

Pues el enano travesti vestido de cabra cubierto de uvas y bebiendo dulce de leche, al que también se le conocía por el nombre de Glenda, es mi trauma y mi monstruo interior.

Ocurrió hace muchos años en los largos veranos que pasaba en el barrio de mi abuela. Las tardes eran carreras por los campos jugando con mis amigos no imaginarios a bandoleros y robando las tartas de manzana que solíamos encontrar en los alfeizares de las ventanas. Pero un día robamos la tarta equivocada... esa tarta la había hecho Glenda para su marinero favorito Spartacus y nosotros... nosotros... no puedo continuar, no puedo... es demasiado doloroso, patético y humillante... pero si insistís algún día contaré la historia de

"Glenda, la pavorosa y sorprendente historia de un enano travesti vestido de cabra cubierto de uvas y bebedor de dulce de leche con lo ligeramente empalagoso que puede llegar a ser, y su terrible venganza contra unos niños preadolescentes que se pasaron tres pueblos y todo degeneró en una horrible orgía de sangre, destrucción y desmembramiento."

Aun hoy, cuando contemplo una cabra recuerdo aquel horrible verano lleno de sexo y violencia.
Esa mirada de la cabra... esa mirada... el horror... el horror...

Como título sé que es un poco largo, pero los he visto peores.

Y ya está. Espero que Sebastián haya quedado satisfecho con las respuestas. Y si alguien quiere que le haga preguntas que me lo diga y le mando un mail con ellas. Por favor, que estas cadenas sin sentido no se pierdan.

lunes, 16 de febrero de 2009

Erotismo y cine

Lena Olin en la versión cinematográfica que en 1988 hizo Philip Kaufman de la novela de Milan Kundera La insoportable levedad del ser (The Unbearable Ligthness of Being).
Aunque ambas me parecen como muy bien se describe en el título, esta escena de la película marcó un antes y un después en mi relación con los espejos.

domingo, 15 de febrero de 2009

Ponme cuatro y mitad

1. Ha venido mi sobrino a casa. Creo que ronda los cinco meses. Durante un rato lo he tenido sentado encima y el chaval se entretenía tan ricamente destrozando una servilleta. Sin embargo, yo estaba intranquilo; tenía esa conocida sensación de que a la vuelta de la esquina hay tres asesinos a sueldo esperándote. Aunque nadie lo dijera y aquella comida pareciera una comida familiar como las que se organizan cada domingo en todas partes del mundo, en verdad el resto de los miembros de mi familia me estaban vigilando y esperaban el momento en que Joel (el sobrino) empezara a llorar asustado por estar con el borde de su tío para lanzarse como buitres sobre él y poderlo coger. Pero Joel los ha sorprendido a todos, no ha llorado y estaba tan a gusto con su tío jugando con una navaja (es broma... era una jeringuilla usada que me había encontrado en la calle).

Uno de los temas de la comida es que resulta que según el pediatra, Joel (el sobrino) está sobreestimulado. Pero sobreestimulo del bueno. Las cosas que hace son propias de niños con más edad: como se sienta, coge objetos u observa y explora el mundo. Y según el pediatra lo mejor es que ha sido sin una intervención pesada y obsesiva de los padres, sino por él mismo. El pediatra está alborozado, los papás están alborozados, la tieta está alborazada y los abuelos están pesados. Y yo... bueno, creo que aunque el mérito es mío por leerle novelas de fantasía a escondidas, tampoco es para tanto. Si me dijeras que con cinco meses pide una paga a sus padres o ha robado un coche... Además, yo también hago cosas impropias de mi edad y cuando llega la primavera y empiezan a caer las primeras mangas y los primeros escotes también ando sobreestimulado. Y así ando durante todo un año hasta la próxima privamera.

2. Ayer fui a ver El lector (The reader, Stephen Daldry, 2008). No está mal. Me gustó sin entusiasmo. Y no la estoy comparando con la novela porque tengo la gran virtud de poder separar perfectamente una novela y su adaptación. El cine y la literatura son dos lenguajes muy diferentes y, por tanto, no se pueden juzgar por los mismos parámetros. La película tiene momentos muy bellos con momentos demasiado subrayados con momentos algo superficiales. Pero tiene una primera parte muy bonita, un actor tan estupendo como el protagonista joven, un maquillaje espantoso y una bella atmósfera de profunda tristeza. Lo mejor es la intervención de Anton Chéjov y su cuento La dama del perrito.


3. Como ya sabéis este blog se debe a sus lectores. Y un amigo, comprendiendo el servicio social que presta este blog, me ha pedido que lance al ciberespacio una cuestión que lo atormenta y no lo deja vivir esperando y confiando que se abra un debate sobre su caso. Algo así como un consultorio de problemas, pero donde pueden haber múltiples respuestas. Más o menos dice así.

Apreciado y muy admirado Jorge, queridos lectores de Matices

Para ser feliz en esta vida sólo le pido una cosa. Sólo una y creo que no es pedir demasiado. No estoy todo el día que si ahora un coche, un buen apartamento, un trabajo que me guste, salud, un viaje cada tres meses y mucho dinero. No. Sólo pido una cosa, y ya está. ¿No me la merezco? ¿No puedo aspirar a eso?.

Lo único que le pido a la vida es esto.

¿Qué opináis? ¿Es mucho pedir?

Desesperado

NOTA: Esto es verídico y ese amigo existe. Y la pregunta es verídica. No digo su nombre porque me ha pedido permanecer en el anonimato. Entre nosotros podemos llamarle Desesperado.

4. Y una canción de Jeanne Cherhal. Merci.



(...)Por las pantallas de cine
puestas a veces por la calle
Por las divas devoradas
Por los olores adorados
Por la mar por ser gratis
Y por ciertas noches de borrachera
Por los viejos muros bajo los carteles
Y las malas hierbas
Gracias (...)

4 y 1/2 Gracias por acompañarme durante ciento sesenta entradas, que como número es bonito aunque nadie se acuerde nunca de él.

sábado, 14 de febrero de 2009

En un día como hoy...

... que algunos consideran importante y desde la más orgullosa soltería.


Anaïs, Mon coeur, mon amour
Más información siguiendo el enlace

Anaïs – Mi corazón, mi amor
Extraído del álbum "The Cheap Show" (2005)

Mi corazón, mi amor.
Mi amor, mi corazón.
(x2)

Chorrea amor,
es bonito pero insoportable,
es un pudín muy pesado
de palabras tiernas a cada frase :

"Está buena la quiche que has hecho, mi amor"
"Corazón, pásame la lechuga"
Y se hacen carantoñas,
se dan un piquito en la mesa.

Esa mezcla de sentimientos
aromatizados a las finas hierbas
me hace sonreír amablemente
¡y al final me da nauseas!

¡Odio a las parejas que me repiten
que estoy sola!
¡Odio a las parejas,
las odio y punto!

Mi corazón, mi amor.
Mi amor, mi corazón.
(x2)

Es un espeso jugo,
que me deja el culo por los suelos,
tanta cursilería
cubierta de crema pastelera.

"Cucú, ¿qué estás haciendo, corazón ?"
"Lo mismo que hace media hora... "
"Te llamé hace cinco minutos, ángel mío,
pero no contestabas…
Y estaba preocupada…
Y te he vuelto a llamar…
por duodécima vez hoy…
Gastándome todo el saldo…
¿Qué estás haciendo, cariño?
Sí, ya sé que nos vemos después….
Bueno, te mando muchos besos, nené,
Bien, te mando besos… fuertes, fuertes, fuertes…
No, cuelga tú…
No, tú… (x3)
Bueno, luego te vuelvo a llamar... "

¡Odio a las parejas que se llaman y se llaman
cuando estoy sola!
¡Odio a las parejas,
las odio y punto!

Mi corazón, mi amor.
Mi amor, mi corazón.
(x2)

viernes, 13 de febrero de 2009

jueves, 12 de febrero de 2009

Empezó Sant Jordi

Bueno, ya es oficial. Ha empezado la temporada de Sant Jordi. Más concretamente, ayer 11 de febrero de 2009 a les cuatro y media de la tarde hicimos en la librería el primer pedido para la parada de este año. Las novedades de abril de Random House Mondadori ya tienen dos listas, la de librería y la de parada. Esto quiere decir que a menos que haya una hecatombe nuclear, lo de Sant Jordi ya no tiene vuelta atrás.


Y ya empiezan las apuestas. "Este libro se venderá mucho", "te lo quitarán de las manos", "es el nuevo...". Cada representante (un día se llevarán una entrada ellos solos) lleva lo mejor y lo que más se venderá. En muchos casos gracias a los grandes poderes predictivos de los chicos de markéting (un día hablaremos de ellos). Porque ayer nos dieron el catálogo de las novedades de Random de abril. ¡Y ya tenían en la lista de los más vendidos libros que todavía no se han distribuido! ¡Increíble y fastaurroso!

Y más o menos, y a espera de sorpresas, ya se puede ir anticipando cuál será la tónica de este Sant Jordi. Muchas ventas pese a la crisis, pero de los mismos títulos. Es la tendencia generalizada. Se venden muchos ejemplares del mismo título olvidando los otros. ¿Por qué ese título es el mejor de la temporada? No necesariamente, suele ser por moda y por cierta desidia. Lamentablemente se está perdiendo la curiosidad y cada vez son más las personas que entran en la librería diciendo "dame lo que más se venda", sin preguntar nada. Y me estoy refiriendo a juegos del ángel, niños con pijamas, secretos, hombres que no amaban a mujeres, vampiros y muy poco más. El resto de los libros se mueren de aburrimiento en la mesa de novedades esperando el momento de ser devueltos a la editorial.

Así que a falta de la invasión de novedades, primeras tendencias para este Sant Jordi.

1. Vampiros. Los vampiros de la Meyer y sucedáneos. Supongo que todos sabréis a qué me estoy refiriendo. Esa novela rosa para adolescentes que cuenta la pantagruélica historia de amor entre una muchacha llamada Bella y un vampiro ultrasensible y sufriente condenado a la belleza y juventud eterna; un muchacho que quiere vivir integrado en una sociedad que lo rechaza y que brilla (vamos, que encima de murciélago, gusiluz). Es curioso este fenómeno. Como una novela que es tan poca cosa ha provocado tanto follón entre las lectoras y lectores jóvenes. Y en señoras mayores y en aquel señor de sesenta que buscaba desesperado la segunda parte. O aquella niña que se me puso a llorar cuando le dije que se había acabado la tercera parte. Me dieron ganas de abrazarla y decirle que no se preocupara, que todo saldría bien, que suerte que esto no es importante.

La verdad, no conecto con estos vampiros. Intenté leerme la primera parte y aquello se me cayó de las manos. Primero, me pareció mal escrito. Segundo, a mi la imagen del vampiro guay no me va. Un tipo atractivo, algo torturado, condenado a la juventud y belleza eterna, que quiere integrarse en la sociedad y ser normal, pero es alguien especial y nadie le comprende... Todo es demasiado adolescente... y todo ese cuento de que te muerdo, pero no, pero yo lo deseo, pero te hará daño pero luego te gustará y sentirás placer y... (pilláis la metáfora, ¿no?). Diría que sencillamente no es mi generación, pero gente de mi generación los está leyendo y gustando. No sé, no conecto. Si fuese un tipo listo diría que es un producto que ejemplifica una sociedad obsesionada por la belleza, la juventud, la perfección, la eternidad y la superficialidad de los sentimientos (todo esto lo lei no sé donde). O será que soy un romántico y prefiero la imagen del vampiro hijoputa chupasangres que solo quiere muerte y sangre.


Y a finales de marzo nueva saga de la Meyer. Pasa de los vampiros y nos vamos a los extraterrestres. Rollo La invasión de los ultracuerpos. Empiezo a temblar.

2. El pobre de Stieg Larsson. Escritor sueco. Escribe tres novelas de género negro, las entrega a la editorial y se muere. Las novelas se convierten en un enorme e inesperado éxito. Lo lee todo el mundo y no eres nadie si no las has leído. Y eso que es novela negra, que es posiblemente uno de los géneros más ignorados, prejuiciados y ninguneados de la historia. La leen y se entusiasman personas que me miraban raro por leer a Hammet, Chandler, Mankell, Connelly, Himes, Highsmith, Connolly, Grafton, etc. Lo compran personas que no le gusta la novela negra, que no soportan la violencia, que no saben si les gustará... y se compran las dos partes a la vez. Pero hombre... ¿y si no te gusta? Lo mejor es cuando dices que es novela negra. Te miran y dicen "esto no es novela negra. Habla de algo más que de crímenes, es un retrato de la sociedad actual". Vamos, a lo que se ha dedicado la novela negra durante todo el siglo XX, a retratar las miserias morales de la sociedad occidental. Al menos servirá crear un nuevo público lector de novela negra y se eliminen prejuicios, ¿no? No necesariamente. En algunos casos sí; ha servido para que se den cuenta de la estupidez de los géneros y que una novela es buena por ella misma, no por el género en el que la inscriban. Otras personas siguen en sus trece, vuelven y te piden una novela como las del Larsson y les recomiendas una buena novela negra y te miran y te dicen "Novela negra no, me gustan los libros de verdad". Quien los entienda que los compre...

Y, ojo, que las novelas de Larsson están muy bien. De verdad. Buenas novelas negras, bien escritas, con buenas personajes y con uno en concreto que es esa típica mujer de la que te enamoras sabiendo que solo traerá problemas. Y no es una mujer fatal. Es alguien mucho más complejo.

Portada inglesa de la primera novela de Larson Los hombres que no amaban a las mujeres.
Pongo ésta porque no me resisto a una espalda femenina con el tatuaje de un dragón.


Y 3. Niños terminales. Si, habéis oído bien. En las próximas semanas aparecerán cuatro novelas cuyos protagonistas tienen entre 11-16 años, chicos o chicas indistintamente, que tienen en común que se van a morir en pocos meses. Y todos quieren hacer las cosas que ya no podrán hacer empezando, claro, por el sexo. ¿Y a qué viene esta "coincidencia"? Bueno, las editoriales han descubierto que el binomio niños+muerte vende. Por lo menos es mi teoría. Mira el fenómeno de ventas de esa novelita del montón llamada El niño del pijama de rayas. Porque ésta es la obsesión de todas las editoriales, encontrar "el nuevo pijama". Es que con esta novela paso algo curioso. En el resto del mundo se publica como lo que es, una más de las miles de novelas juveniles que salen cada año y no especialmente destacable. En España no, aquí se publica en colección de adultos y de forma muy astuta abren de forma inmediata el abanico de público lector. Tanto la señora Salamandra como la señora Empuries fueron muy inteligentes. Éste es el sueño de todo editor, encontrar esa novela sorpresa que rompa las ventas de Sant Jordi.

Y sé que ahora tendría que poner una foto de niños terminales, pero convendréis conmigo que eso sería de muy mal gusto. Así que pondré una de Rachel Weisz. Porque sí.

miércoles, 11 de febrero de 2009

Sobre versiones y remakes

Lo confieso, soy un defensor a ultranza de las versiones y los remakes. Ya sabéis, coger una cosa que ya está hecha y hacerla de nuevo. A veces para mejorarla, a veces para igualarla y a veces para cagarla. Soy consciente que es una práctica que no está bien vista.

Y eso que es tan antigua como la propia historia del arte. Los griegos se copiaban unos a otros los mismos motivos y los mismos personajes. Las obras de Plauto y Terencio son fusiladas de las comedias de Aristófanes. En pintura no hablemos, ¿cuántas versiones existen de la misma Venus, de la Anunciación o de San Sebastián? La literatura renacentista y barroca se alimentó de la versión. El mismo cuento lo puedes encontrar en Boccaccio y en Bernat Metge. Los mismos temas en diferentes poetas, los mismos dramas en el teatro. Y no pasaba nada. Todos tan contentos, confiando cada uno en su propio genio y aprovechándose de lo que otros habían creado.


Pero llegó el siglo XIX y el romanticismo e impusieron la dictadura de la originalidad. Ya no se podía "copiar", no se podía utilizar la tradición artística y se tenía que crear algo nuevo, diferente, especial y auténtico. Y como tontos les hicimos caso. Aunque no nos podemos librar de una tradición y de unas ganas de vivir de rentas. Y continuamos copiando de los mayores, solo que esta vez no éramos honestos y a los saqueos los llamamos "homenajes". Y bla, bla, bla... Hasta aquí la pésima introducción histórica parcial, incompleta e improvisada.

Me gustan las versiones. La película que es nueva versión de otra, los libros que cogen un tema antiguo y lo actualizan, diferentes versiones de una misma canción. Siempre estoy a favor de estos experimentos y nunca negaré a nadie el derecho a hacerlo. El resultado es lo que se tiene que juzgar, no la intención. Y hay que juzgar esta nueva versión por ella misma, no por comparación. Ejemplo: una de mis películas favoritas es Los viajes de Sullivan (Sullivan's Travels, Preston Sturges, 1941) y sería una de esas películas que consideraría intocables. En 1991, el genio Mel Brooks hizo su particular versión llamada ¡Qué asco de vida! (Life Stinks, Mel Brooks, 1991). Si comparamos la versión de Mel Brooks pierde por goleada y no la disfrutamos. Si aceptamos que está en su derecho de versionar un tema clásico, nos encontramos con una comedia agradable con un par de gags geniales (por ejemplo, la sobremediación). El Ulises de Joyce es un remake de La Odisea de Homero. Howard Hawks hizo tres veces la misma película. Etc. Pero siempre está el prejuicio de que versionar algo es falta de originalidad.

Bueno, que me emparro, me pierdo y luego no argumento con coherencia. A lo que iba y me callo. Que me gustan las diferentes versiones de la misma cosa. Y por eso quiero abrir sección donde poner esas versiones diferentes. No para comparar, sino para demostrar que cada una tiene su personalidad diferente y que ambas son validas.

Y empezaremos con música porque es el campo donde la versión es más aceptada (¿cuántas versiones diferentes existen de Tea for two, por ejemplo?. La misma canción abordada de formas muy diferentes. En el primer vídeo la original, en el segundo la versión. No se trata de elegir la que más gusta, sino de disfrutar de las dos.

Señoras y señores, con ustedes, Britney Spears y Yael Naïm intepretando Toxic.


Britney Spears, Toxic, 2003


Yael Naim, Toxic, 2008

Y en próximas entradas ya hablaremos de cine, fotografía, pintura, cómic, etc.

lunes, 9 de febrero de 2009

Algunos sospechosos habituales

Hace un tiempo, Automática publicó una entrada con los clientes compradores/vendedores que entran de forma habitual en su tienda. Como la idea me gustó, la copio sin remordimientos.

Como en todo negocio, hay clientes que llegan a formar parte de la librería como las estanterías, los libros que no podemos devolver o el polvo en la sección de religión. Y más en el caso de la librería donde trabajo, que es una de esas librerías pequeñas e independientes en una ciudad pequeña. Poco a poco y día a día van entrando personas que acaban formando parte del universo laboral. Con algunos he llegado a hacerme casi amigos, otros son odios irreconciliables, algunas muchachas han pasado a formar parte de mi lista de amores platónicos, algunos los olvido siempre que vienen y a otros los recuerdo aunque solo hayan entrado una vez.

Esta es solo una pequeña lista de los más destacables.

Botsuana: La clienta más temible. Cuando aparece por la puerta, los que trabajamos en la librería nos convertimos en ñus asustados ante la aparición de una leona con ansias de sangre. Reconozco que siempre que la veo me aparece mucho trabajo en el almacén por arte de magia. Pero, de vez en cuando, te atrapa y no puedes huir. No importa si hay mucha cola o no, si estás atendiendo a otra persona o no, si estás ocupado llevando entre los brazos una pila de cincuenta libros o si estás encaramo en una escalera, ella ha entrado y el mundo tiene que reverenciarla. Pide, clama, exige, presenta lista de libros y luego desecha, se va sin pagar diciendo que ya lo arreglaremos, devuelve el libro y se va sin que le demos un vale diciendo que ya lo arreglaremos, encarga y no recoge, falta el respeto, etc. Su frase: ¿Ha salido algo de la Botsuana? (personaje de una serie de novelas de Alexander MacCall Smith). De odiosa, llega hasta a hacerse querer.

Soy convergente, ¿y qué?: Señor mayor. Educado y amable se comporta, y es, como el buen tópico del burgués catalán. Sólo lee libros de historia, política y religión. Para él la ficción es una perdida de tiempo. Todo libro sobre curas o sobre políticos de Convergencia i Unió (para los que no lo conozcan, partido catalán de tendencia conservadora) sabemos que lo acabará comprando. Suele llegar a la tienda con recortes de tropecientos periódicos y siempre nos pide libros que no han salido todavía. Suele entretenerse mucho con el jefe y suele recordarme la pequeña reseña que publiqué hace meses en la revista Sapiens como muestra de respeto.


La dama de rosa y negro
: Solo viene una vez al mes, pero cuando entra el mundo tiembla. Adoro a esta mujer. Pequeña y nerviosa, escudada detrás de unas enormes gafas se dirige directamente a mí y pregunta qué tengo. Saco del almacén todo lo que durante el mes le he ido guardado: novela rosa y novela negra. Para esta última sólo tiene una condición: que salga sangre. Para la primera, bueno, es una de esas lectoras de novela rosa eruditas, finas y exigentes.
1. Nada de vampiros, extraterrestres o espíritus. Eso son tonterías.
2. Si en algún momento percibe que el protagonista masculino llora, desecha el libro.
3. Nada que sea muy picante que ya tiene una edad. El sexo siempre sugerente y sugerido.
El resto entra todo.
Nos lo pasamos muy bien cuando viene a la librería. Tenemos el acuerdo de que el día que se muera, me llamará por teléfono para decirme que no le guarde más libros. Sé que lo hará.

La mujer que huele: ¿Os habéis preguntado alguna vez a qué huele la muerte? Pues huele a una de nuestras clientas habituales. Tememos cuando entra. Lo siento, huele mal. Y cuando se va de la librería tenemos que abrir puertas, tirar ambientador y pedir disculpas a los otros clientes. Alguien benevolente dijo que hay que comprenderlo, es una mujer mayor. El problema no es que sea mayor, es que es sucia. Como toda la familia. Padres - marido - hijos. ¿Pero compensa? ¿Compra mucho? Nop. Sólo consulta el mismo libro. Uno que habla de los misterios y secretos de la Iglesia Católica. Lo acerca mucho a la cara, pregunta cuánto vale y pide que lo guardemos. Cuando sale de la librería el libro vuelve a la estantería. Sabemos que no lo comprará.


El hombre que chilla: Personaje adorable que habla como si le estuvieran apretando los testículos. Y atropelladamente. Lector furioso de novela de ciencia-ficción, literatura alemana de entreguerras y todo lo ruso que pueda existir. Repite una y otra vez su nombre y es de una corrección admirable. Aunque la primera vez que te lo encuentras asusta.

Novela negra 1 y Novela negra 2: Son como dos almas gemelas que se buscan, pero no se encuentran. Entre ellos no se conocen y dudo que se llegaran a caer bien. Compran exactamente los mismos libros. Lecturas y vidas paralelas. Y sólo novela negra. Lo gracioso es cómo se persiguen. Porque en ocasiones solo se recibe en la librería un ejemplar de una novela. Viene novela negra 1 por la mañana a primera hora y lo compra. A las dos horas aparece novela negra 2 pidiendo ese mismo libro. Dices que ya lo han comprado. Empieza a maldecir y a decir que un día se cargara a ese tío (todo esto entre bromas y risas). A los dos días vuelve a pasar, pero a la inversa. Se persiguen y se quitan las novelas. Ambos tipos me caen bien. Son de esos clientes con los que puedes tener largas conversaciones sobre literatura. Y, la verdad, esta historia de persecución que se llevan entre ellos me encanta.

El cada seis meses: Un señor que viene dos veces al año. Entra con su mono de trabajo y se lleva alguna novela de terror larga y de bolsillo. La lectura le durará seis meses. No tiene tiempo para leer y aprovecha la pausa de quince minutos que tiene en la fábrica para leerse seis o siete páginas. Y así cada día. No tiene tiempo, pero no renuncia a leer. Aunque los compañeros me llamen loco.

Y ya continuaremos otro día porque no hemos hablado ni de Elvis, ni de Viaje en tren, ni de Mi futura esposa, ni La salud es lo más importante, ni de Me regalas un libro y otros muchos que contribuyen a que este trabajo sea algo especial. Y en muchas ocasiones exasperante.

domingo, 8 de febrero de 2009

Poema encontrado en cierto libro...

... y que me llevó de viaje a los veranos de hace veinte años.

MEMORIA

Tan sólo recuerdas
el aire verde entre la hoja de los avellanos,
la mano pellizcando la alegría
de ser niño en todo momento,
una tarde y otra,
porque el cielo todavía no existía y la muerte

--- la muerte era una columna eléctrica
donde se posaban, solemnes, los pájaros.

Xuan Bello, Historia universal de Paniceiros
En catalán ed. Adesiara
En castellano ed. Debate

Una de las lecturas más estímulantes que he hecho en los últimos tiempos es la del pequeño libro de Xuan Bello, Història universal de Paniceiros, uno de esos libros imposibles de etiquetar en un género, en una forma, ya que es uno de esas historias que lo son todo y a la vez nada. Cuento, narración, memoria, reportaje, poema, fotografía, etc. Al hablar de Paniceiros, un "lugar que no tiene más de cuarenta habitantes", rescata la memoria de un mundo que se pierde y que gracias a su palabra deviene eterno. Escritor en lengua astuariana, también conocida como bable, Xuan Bello nos habla de la importancia de la memoria, de recordar, de los cuentos y leyendas, de las voces, de la noche y de la vida.

Un libro maravilloso, bien escrito, bien pensado. Para degustar con calma y tranquilidad para dejarse mecer en un mundo que a primera vista puede parecer muy lejano, pero que en el fondo está hablando de cada uno de nosotros.

Os dejo un fragmento. La traducción es mía y la hago del catalán. Espero que esta traducción sobre traducción permita vislumbrar algo de la belleza de la historia.

Una vez vi un perro rondando por la Campa'l Picu, un perro viejo, cansado y enfermo, que sólo tenía fuerzas para morir. Volví a casa corriendo gritando que había visto un lobo. El invierno pasado, como nevó copiosamente, se habían encontrado huellas de lobo cerca de casa, de manera que los grandes me creyeron y salieron a espantarlo con pistolas y escopetas. Cuando llegamos al Picu, sólo nos encontramos el cuerpo sanguinoliento, medio devorado, de perro que yo había visto. Comprendan mi agitación, mi sorpresa: yo había creado aquellos lobos, aquellos colmillos que habían desgarrado al pobre perro. La verdad también se inventa: la vida, se mire por donde se mire, es siempre una mentira más o menos bien explicada.

Y de propina, un bello poema en asturiano del mismo Xuan Bello.

“La nueche en casa”

Soi, fugazmente, estos versos.
Soi tamién tu, y aquel otri
Que mañana corrixe estos versos.
Soi esta tarde simbólica y triste,
La que miete pa siempre
La nueche en casa.

sábado, 7 de febrero de 2009

Pays sauvage

Desde hace un par de días tengo en mi poder el nuevo disco de Emily Loizeau, Pays sauvage. Lo tenía pedido desde hace bastante tiempo y por fin el jueves me encontré encima de la cama un paquete con matasellos francés. Por fin el segundo trabajo de una mis cantantes favoritas por su voz, su humor, su maldad, sus ritmos, su magia.

Lo pongo en el equipo. Y suena. Algo pasa. Estoy desconcertado. Me gusta, pero me deja desconcertado. ¿Y por qué? Porque con este disco Emily Loizeau demuestra que es una mujer inteligente y en vez de repetir lo que hizo en el primer disco (y que era lo que esperábamos), se lanza a buscar nuevos caminos, nuevos sonidos y un mundo completamente nuevo.

Con Pays sauvage nos vamos al campo. Sonidos folk y de circo, mujeres barbudas, ferias de fenómenos, cabaret, sapos encantados y princesas que no quieren besar, la voz de Thomas Fersen y los sonidos que emergen de Moriarty, extraños coros acompañando el cuento (¿puede ser que el Tom Waits de The black rider esté asomando la nariz por acá?). Eso sí, el humor, la ironía y el juego están, quizá más afilados, más maliciosos.

Y con cada nueva escucha encuentro nuevos matices... Es que escuchar a esta mujer siempre es un placer. Y más sabiendo que lo hace lo que le da la gana.


Discover Emily Loizeau!


jueves, 5 de febrero de 2009

De lo que quiero ser cuando sea mayor y otra cosa

Cuando era chiquito, adorable y saco de boxeo en el colegio, quería ser muchas cosas:

Abogado (mala influencia de una reposición de viejos capítulos de Perry Mason).
Pirata/Aventurero/Ladrón (Burt Lancaster hizo mucho daño).
Explorador (Julio Verne hizo más).
Superhéroe (Malditas Marvel y DC).
etc.

De momento no he conseguido convertirme en nada de todo esto, aunque no renuncio un día a emerger de la oscuridad de la noche convertido en un héroe justiciero en mallas que defenderá a los débiles y a las damiselas en apuros bajo el más que sugerente nombre de Escarabajopeloteroman (mola, ¿eh chicas?).

Pero lo que siempre ha sido una constante desde que pedí para reyes una máquina de escribir es ser escritor. He escrito toda mi vida. Tengo en los cajones muchos cuentos, algunos poemas (ilegibles y que solo daré a leer a mi futura esposa) y dos novelas. Una de ellas yace sepultada bajo el mar en un cofre de combinación atada con gruesas cadenas envenenadas, protegida por siete dragones marinos hambrientos alimentados con yogures desnatados y un ejercito terrible de sirenas soeces, maleducadas y faltonas. La otra, bueno, sigue trabajándose.


Siempre he querido ser escritor (lo que no implica necesariamente estar obsesionado con publicar), pero no me acababa de sentir cómodo en ese papel. Mucha tentativa y ninguna definición. Muchos géneros, mucha pedantería, mucha profundidad, mucha bla bla bla. Así que desengañado y asqueado de no escribir lo que quería, dejé de escribir. Durante mucho tiempo.

Hasta que hace poco tuve una revelación. Repasando lo escrito estos años me di cuenta de qué era lo mejor, lo bueno y lo más rescatable. Todo aquello que había escrito pensando en su profundidad, sus lecturas, su seriedad se me caía de las manos y lo encontraba estúpido, narcisista y prepotente. En cambio lo otro... el otro material... Dios (o sea, Ben Stiller), está mal que yo lo diga, pero era cojonudo. Era bueno. Y se aguantaba.

¿Y en qué consistía el otro material? No eran los tratados de física cuántica relacionados con la hípica azteca, no. Eran las tontás, los relatos de humor que durante este tiempo he ido escribiendo. Y era lo que la gente más recordaba. Y con lo que más se entretenía.

Y llegamos al punto culminante de esta entrada basada en el yo yo yo. Una frase leída en un prólogo.

La mejor manera de alegrarte es alegrando a los demás.

Claro. No deja de ser una reformulación de lo que digo cuando me preguntan por qué escribo. Escribo para entretener a mis amigos. Y ya está.

Así que pensando pensando y escribiendo escribiendo me he dado cuenta del tipo de escritor que quiero ser: escritor cómico. Escribir novelas y cuentos para hacer reír. Y ya está. Seguir el ejemplo de maestros como Rabelais, Dickens, Cervantes, Woodhouse, Mihura, Calders, Kennedy Toole, Sharpe, etc. De grandes tipos que hicieron que escribir y leer fuera algo divertido y que solo pretendían que quien leyera se lo pasará bien.

Así que después de treinta y un años de vida ya sé lo que quiero ser de mayor.

Quiero ser el nuevo Mark Twain.

Puestos a elegir una meta, mejor una que sea imposible.

Y lo mejor de todo es que realmente creo que valgo para escribir humor.

Y en otro orden de cosas decir que Floper me ha dado un premio que a falta de nombre se llamará Premio Floper.


Los motivos que da para justificar su concesión es (y cito):

Quiero otorgarles un premio a unos blogs, bah en realidad a los dueños de esos blogs; esas personas que conocí por este medio loquísimo. Son los que más he conocido y son realmente personas delirantes que me caen del carajo.

Honrado y agradecido. Caerle del carajo a una encantadora muchacha como Floper es un grandísimo honor.

Así que siguiendo el juego este de los premios, lo otorgo a cinco personas por las mismas razones que me lo da Floper. Porque son personas que me caen del carajo. Y lo entrego a la persona, no al blog.

A Cloe. Ni los zombis podrán con nosotros.
A Automática. Es a la que menos conozco del quinteto, pero adoro a quien ha visto a Rachel Weisz. Por un título y por su lengua afilada.
A Annabel. Por los versos, los mensajes y la presentación.
A Amanda. Porque tú has contribuido en mucho a que volviera a escribir.
A Cesc. Sé que no lo pondrá, pero mi reconocimiento en su viaje a la creación.

A ellos y a todos los demás, nos vemos en los bares.


Solo que nosotros lo pasaremos mejor.

martes, 3 de febrero de 2009

Santoral - Buster Keaton

Buster Keaton (1895-1966)
Cómico

lunes, 2 de febrero de 2009

Dos películas para el fin de semana y una lectura entretenida

Poco más que añadir a lo dicho en el título. A parte de otras cosas, este fin de semana lo he dedicado a ver algo de la montaña de películas que tengo pendientes en casa y a leerme casi de un tirón una novela. Así que vayamos por partes.

Primera película. Viernes noche sabiendo que al día siguiente me levantaba temprano para ir a trabajar. Pero hay cosas más importantes que ir descansado y fresco a la librería (total, ese sábado en la librería hice de todo menos de librero, léase arreglar muebles, tunear una estantería o ir a ver los desperfectos que ocasionó el viento, etc.). Y esta película era una de esas cosas más importantes.


Por fin. Después de años de espera alguien se decide a editarla en DVD. Y, naturalmente, Jorge que se la compra solo salir. Es que estamos hablando de una de mis películas favoritas. Scaramouche (George Sidney, 1952), una puñetera obra maestra del cine de aventuras y del cine en general. Y una de las películas que más me han influido desde que la vi de muy chiquito un sábado por la tarde (soy de aquella época en que los fines de semana ponían sin vergüenza cine clásico de aventuras en vez de horribles telefilmes de niños con alguna enfermedad terminal, hijos de padres divorciados que acabarán reconciliados mientras esperan que llegué algún órgano que tiene que cruzar unas montañas en medio de una tormenta de nieve y seguro que hay algún psicópata que les persigue y habrá un juicio y cosas así con una fotografía como anaranjada que tanta rabia da). Dirigida por George Sidney, posiblemente el único director de la historia que jamás dirigió una película aburrida. Un buen reparto con Steward Granger, Janet Leigh y Mel Ferrer. Y Eleanor Parker, una de las mejores y más injustamente olvidadas actrices que nos legó el cine de los cincuenta (nota: frase añadida varias horas después del redactado original de esta entrada y motivado por una innecesaria, cruel e injusta bronca del señor Jordi Vivancos. Para más información y abucheos a su persona ver los comentarios de esta mista entrada. Gracias por su atención). Cine de aventuras, comedia, chicas guapas, caballos, acción, duelos de espada que parecen escenas de baile, un final apoteósico en un teatro, dramas familiares increíbles, un héroe canalla, una chica tímida y hermosa y la muchacha preferida de todos, una espectacular pelirroja malhablada, vulgar, cizañera, hermosísima, irónica y con mucho carácter.


Eleanor Parker. Diosa. Y punto.

El sábado lo dediqué a la lectura. Fetish de Tara Moss (El Anden, 2008). Una novelita de acción e intriga absolutamente prescindible, pero muy entretenida. Un psicópata que mata modelos, una tía buena que no está contenta con la investigación, un poli cachorras con mal carácter, asesinatos sangrientos e imposibles, personajes secundarios sin entidad, etc. Pero es entretenida. La típica novela "que engancha". ¿Por qué la lei? Bueno, estoy en una etapa de mi vida que pido que me entrengan. Y me gusta el género negro, la novela de intriga. Y me lo trago todo.

Y el domingo por la tarde estaba a punto de ver una película de los Taviani que le tengo que devolver a un amigo (un día de estos la veré, de verdad) cuando me venció la pereza y me incliné por un thriller que no había visto. The french connection (William Friedkin, 1971).


La verdad, no sé qué tiene el género negro, los thrillers, las películas de polis o, como decía mi abuela, las historias de ladrones y serenos que me fascinan tanto. Y ésta me gustó mucho porque es como tienen que ser las historias de polis. Al grano. Una película directa, dura, fría, violenta, sin entramados sentimentales o historias de amor. Hay un malo (enorme Fernando Rey) y hay que detenerlo. Y punto. Nerviosa, rápida, casi documental, interpretaciones naturalistas. Y una pedazo de persecución de coche que para mí está entre las tres mejores de la historia (demostrando que para que una escena tenga nervio y ritmo no es necesario hacer millones planos de segundo y medio, ponerle muchas explosiones, meterlo en una coctelera en montaje y lo que salga, sino que consiste en algo tan sencillo como saber dónde poner la cámara... lo que es muy difícil). Y Gene Hackman demuestra porque es uno de los mejores. Jo, qué grande fue el cine policíaco de los setenta.

domingo, 1 de febrero de 2009

Lee Miller

Lee Miller (1907-1977)
Modelo, corresponsal de guerra, fotoperiodista, musa de surrealistas